jueves, 4 de junio de 2009

El hombre caballo

EL HOMBRE CABALLO

Un día nos reunimos mis tres primos, mis dos hermanas y yo por que nos dijeron que existía en lo profundo del bosque un hombre caballo y deseábamos conocerlo.
Nos dispusimos a salir para tratar de verlo. Llevamos enlatados, jugos y dulces y frutas para el camino.
Mi hermana Diana, nos dijo que ella conocía un atajo que nos acortaría el viaje hasta el río. Después de allí, nos tocaba ir descubriendo el sitio donde podía vivir aquella criatura que nadie nunca había visto. Pero existía, no se dejaba ver de nadie por miedo a que fuera objeto de burla.
Al llegar al río, Luisa, mi prima, quiso bañarse por que el calor era insoportable. Pero cuando se iba a meter al río, comenzó una tormenta muy fuerte que hizo que nos refugiáramos en una gran cueva mucho más allá del río. Duramos aproximadamente una hora en aquella cueva, hablamos de muchas cosas, entre ellas, de cómo seria aquel personaje que deseábamos conocer y por lo cual nos habíamos aventurado en este viaje. Pero solo llevábamos alimentos para un solo día.
Pasó la lluvia y vimos en el horizonte al arco de iris y todos pedimos un deseo, pues mi hermana menor Yeimmi nos dijo que cuando salía el arco iris los deseos que se pedían se cumplían.
Continuamos el viaje internándonos cada vez mas en un hermoso bosque, dejando señales para no perdernos y poder regresar fácilmente a casa. Ya eran las 11:00a.m y después de haber caminado por más de 4 horas, salimos a un camino muy hermoso rodeado de lindas flores que adornaban un sendero, que sin imaginarnos, nos llevaría al lugar deseado.
Ya cansados, sentamos a descansar y comimos frutas. El lugar donde nos encontrábamos era muy lindo, allí se escuchaba el trinar de las aves, el ruido de los árboles cuando la suave brisa que corría los movía, el chapuceo de los peces, el croar de las ranas, en un lago que estaba cerca al lugar donde estábamos descansando.
Alejandro, otros de mis primos era el más animado a continuar nuestra aventura. Seguimos el viaje, cuando de repente vimos a lo lejos un enorme castillo, rodeado de una gran variedad de flores y animales como ardillas, conejos, guacamayas, que andaban libres alrededor del castillo.
Tímidamente, llegamos hasta el lugar, pero ninguno nos atrevíamos a entrar. De pronto Diana la mayor del grupo, avanzó unos pasos y tocó a la puerta. Estuvimos en suspenso por algunos minutos. Inesperadamente, la puerta se abrió ante nuestros ojos, quedando sorprendidos.
El miedo nos invadió todo el cuerpo. De repente, una voz muy dulce nos pregunto ¿Quiénes son ustedes?¿`Qué hacen aquí?¿Qué buscan? La manera como esa voz nos preguntaba nos llenó de tranquilidad y confianza. Nos miramos y como por arte de magia, nos encontramos dentro del castillo. Al frente había un reloj que marcaba las 2:10p.m.
Estábamos en un inmenso salón, muy reluciente, quedamos asombrados al ver la belleza de aquel lugar. Al fondo, se escuchaba una música muy tenue que parecía celestial, nos irradiada de una paz interior, que ninguno era capaz de hablar. Pasaron unos minutos, cuando al final del salón observamos la sombra de alguien que se acercaba. Era ese ser que todos habíamos anhelado conocer.
Cuando llegó a nosotros ninguno tuvo miedo, al contrario era maravilloso poder conocer a ese ser tan especial. En su mirada se reflejaba una enorme tristeza y con su suave voz nos dijo: ¿deseaban verme? Pues, aquí estoy. Alejandro, se acercó a él y lo acarició. El nos contó lo solo que estaba, que toda su vida había vivido en ese lugar junto a su madre y que los únicos amigos que tenía eran los animales del bosque.
Todos al escuchar esta historia, nos sentimos muy tristes y le ofrecimos nuestra amistad, haciendo el juramento que siempre seriamos amigos. El se puso muy contento y nos invitó a conocer su castillo.
Cuando se llegó el momento de partir, nos pusimos de acuerdo en que lo iríamos a visitar todos los sábados para poder compartir con él muchas cosas maravillosas.
El nos enseño un camino mucho más corto para regresar a casa. Nos acompaño hasta la entrada del pueblo.
Después de esto, fuimos muy unidos, él nos dada muchos consejos y jamás dejábamos de cumplir nuestra promesa. Desde entonces, nos dimos cuenta de cuan valiosa es la amistad a pesar de las grandes diferencias que pueden existir entre las personas y que si las sabemos cultivar llega a ser uno de los tesoros más valiosos que podemos tener.

No hay comentarios:

Publicar un comentario